Beatita de Humay

Luisa de la Torre

Beatita de Humay

Peregrinación al Santuario de la Beatita de Humay – Ica

El pueblo de Humay es importante por dos motivos, el primero por que es centro de peregrinacion de los devotos de Luisa de la Torre Rojas, conocida como la Beatita de Humay, el otro motivo es Tambo Colorado, que son unas ruinas incas en buen estado de conservacion.

Historia de la Beatita de Humay:

Los esposos don Agustín de la Torres y doña Isabel Rojas, españoles que residían en el distrito de Humay, fue padres de Carmen y Luisa de la Torre Rojas, hermanas mellizas que nacieron el 21 de junio de 1819. El mismo día fuera esparcidas con agua de socorro, difiriendo el sacramento del bautismo tres meses después.



Ambas quedaron huérfanas a la edad de dos años bajo los cuidados de las tías Juanita y Panchita; a los quince años de edad dieron su primera comunión notándose en ambas hermanas gran parecido tanto físico como modales, sin embargo Luisita tenía la tez algo más clara y estatura más alta que su hermana Carmen.

Las hermanas La Torre tenía en Humay, una casa propia de amplias proporciones, y en ella, una capilla donde veneraban al niño Jesús y a la Virgen de Guadalupe, allí se postraban los que venían a la casa de las beatitas en busca de un remedio corporal o de un consuelo espiritual.

Las curaciones que hacía Luisa de la Torre, eran para ella un hábito, curaba toda clase de enfermedades tratándolas con hierbas medicinales, haciéndoles invocar a los enfermos con ella, sus oraciones al niño Jesús a quien llamaba su doctorcito anunciándoles con toda naturalidad la salud o la muerte según los designios de Dios, y se asegura que jamás falló la palabra de Luisa.

Sus curaciones no tenían número ni límite, todos los días llegaban algunos enfermos y en casos graves la mandaban llamar; se llegó a extender tanto su prestigio y fama de santidad que venían de distintas partes de la república; lo hacían tanto a pie como en caballos, unos para curarse de alguna dolencia, otros atraídos por la curiosidad, para conocerla personalmente y hacerle preguntas y consultas.

Las hermanas de la Torre no tenían réditos ni chacras, sus necesidades eran tan pocas que para cubrirlas bastaban los obsequios de las personas agradecidas.

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